Lo que nos suele pasar con el frío, los días cortos, la rutina... es que solemos dejarnos ir. Funcionamos a piñón, como en una rendición preventiva, la inercia se adueña de nosotras y nos limitamos inconscientemente a dejar los cambios, lo que queremos hacer para más adelante.
La mejor forma de ser feliz es construyendo, dando sentido a las cosas que hacemos todos los días. Está muy bien que nos pongamos un traje brillante y salgamos a la calle con una sonrisa, que comuniquemos alegría y la mejor manera de sentirla anidar en nuestros corazones es cargándola de razones, de motivación.
Se une a la circunstancia habitual del cambio de clima y la depresión estacional, la tristeza que pesa en la calle, con corrientes de energía negativa, las que suelen cargar las crisis con las preocupaciones y temores de todos que se convierten en una losa- o una bruma- colectiva. Para dotarnos de energía y celebrar la vida quedamos en lo positivo y revitalizante que resultan las sesiones de meditación, de recogimiento personal, de afirmación de nuestra esencia en nuestros sentimientos positivos, la visualización de nuestros seres amados y de lo que realmente queremos.
La rutina, nuestros mecanismos hacia lo conocido, que en el fondo no es más que lo cómodo, es lo que no nos deja progresar y ser felices. Por una simple cuestión de aturdimiento, de falta de costumbre en el análisis de lo que queremos solucionar o conseguir en nuestra vida y la visualización de estos objetivos y su consecución.
Así que el segundo paso para estos meses de frío, de gris rutina, de abandono emocional, va a ser el introducir nuestros objetivos en nuestras meditaciones, en esos momentos de calma que hemos robado puntualmente para nosotras mismas.
Paso por paso vamos a imaginar cómo lo conseguimos, un día tras otro, disfrutando, anticipando la recompensa, viviendo el camino hacia el logro. En una palabra, vamos a poner nombre a nuestro triunfo, vamos a saber por qué lo queremos y vamos a sentirlo, a disfrutarlo. Da lo mismo, es el nombre de un chico, de un nuevo trabajo, de una liberación, de conseguir respeto o de perdérselo a algo... eso es cosa tuya y de nadie más.
Ponte manos a la obra. Prohibido esconderse bajo la manta de la tristeza, del aplazamiento, de la desconfianza... El momento de hacerlo es ahora. Y cuando lo hagas una vez no podrás dejar de hacerlo siempre. Y habrás caído en la inercia positiva de la ilusión, de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario